MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

sábado, 20 de agosto de 2011

De la negación (y algo de neurosis)...

"Te lo avisé,
cuando te venza, me esconderé;
con la vergüenza de haberte ganado,
ya no seré la de antes."
Gloria Fuentes

La verdad es que yo también estoy triste. Pero no de la manera en que piensas. No te extraño, sólo extraño algunas cosas que hacíamos. No podría decirte un ‘te quiero’ ahora. ¿Estás triste? seguro que sí. Siempre estuviste triste. Desde el primer momento en que mis acciones no cumplieron con tus expectativas. Eras tan infeliz conmigo y sin embargo no podías evitar rogar que me quedara a tu lado. Lo peor es que nunca me importó demasiado. Yo hablaba claro, esa era mi parte del asunto. Advertirte, avisarte, confiarte lo que soy y lo que no. Pero preferías dejar la imagen que tenías de mí intacta.

¿Ahora ves? seguro que no. Nunca vas a ver realmente. Es probable que sigas culpándote por mucho tiempo. Que te niegues a admitir mi participación en el asunto. Tu tan inculcada hombría te impide aceptar que fueron mucho menos determinantes tus acciones que las mías, para llegar a donde estamos. Te disminuyes hasta casi desaparecer, cuando entra a tu reforzado escudo la idea de que has sido utilizado. Eso no pasa en tu mundo ¿o sí? No, claro que no.  ¿Estás enojado? Sí, seguro que sí. ¿Conmigo? No, claro que no. Enojarte conmigo sería admitir que yo hice algo. Tú no puedes admitir eso.

No tengo problema. Mi tristeza radica en saber que no entiendes. En que me he quitado una diversión por excesiva. Como estar triste por haber tirado medio kilo de chocolates, después de considerar que se han comido demasiados. Lo siento. Siempre fue así, siempre te lo dije. Mientras, tú puedes seguir pensando que el origen de las ideas en la relación venía de ti. Puedes seguir pensando que de haber hecho las cosas de otro modo, el final hubiera sido distinto. No es que quiera herirte, sólo me causa algo de gracia saber que vas a repetirte.

sábado, 13 de agosto de 2011

De ti...


I'll forever be irrevocably in love with 
what you once meant to me.
To... never mind.

Pero… ¿quién eres tú?

Me gustaría saber, me encantaría saber. Sin embargo no puedo decir que daría cualquier cosa por saber; ya no. En teoría ni siquiera debería de importarme; ya no. Ahora, que si eso me fuera a ayudar a saber quién soy yo, todo cambiaría. Pero eso dejó de funcionar desde hace bastante tiempo. Eso y todo. Todo dejó de funcionar desde hace tanto tiempo que parece infinito. Seguro he pasado ya por varias vidas desde la última vez en que pude reconocerme al mirarte. En que pude reconocerme en ti y amarme en ti mientras te amaba.

Me he revolcado y regodeado en recuerdos de todo tipo. Recuerdos cuyo único hilo de unión, de relación: eres tú. Tú. Tú y tu olor y tus manos. Tú y tu cabello y mis manos. Tú y mis ojos en tus ojos. Tú y tú y tú y yo. Y de nuevo tú. Pero, a pesar de lo que parezca, estos recuerdos son portátiles, hechos para viajar con ellos. No los cargo ni los arrastro: flotan. No invanden el espacio de otros recuerdos. Son plegables, así que pueden permanecer perfectamente ocultos hasta el momento en que sean requeridos. Solían ser algo intrusivos, de pronto surgían sin haber sido llamados. Causaron más de un problema. Pero el tiempo y otros amores los han ido domando, ya casi no sucede.

Me parece que hemos vuelto a encontrarnos. Aunque tal vez la expresión correcta sería que hemos vuelto a vernos. Vernos de piel para afuera. Hablarnos sólo con las cuerdas. Abrazarnos sólo con los dedos. Realmente, ni siquiera puedo asegurar que fueras tú, escondiéndote detrás de un cuerpo, una cara, una voz y mil gestos conocidos. Escondiéndote detrás de todo lo reemplazable, es imposible asegurar que eras tú.

Pero… ¿quién eres tú?

miércoles, 10 de agosto de 2011

Del Miedo...

... o del Status Quo

Tiene miedo. Le aterra –un poco, tan solo un poco- desprenderse de todo. De todo lo que significa para ella comodidad y costumbre. Aunque sea sólo por un rato, si ese rato es muy corto, significa prácticamente fracaso. Inminente fracaso. Por eso debe desprenderse no sólo de los objetos sino de los estigmas sociales con los que la han moldeado desde hace tanto tiempo. Piensa en su propia futura transformación. No más sedentarismo, es un invento aburrido y limitante. Viajar y conocer, errar un poco o no tan poco, no es sinónimo de inestabilidad. Puede significar todo lo contrario, puede una persona estar en tanto equilibrio que ir sin rumbo espacial definido (y es importante aclarar que el rumbo no definido es el espacial, porque ir sin rumbo temporal: es completamente distinto) no le destruya en ningún nivel.

Tiene miedo. Sabe lo que piensa y lo que debe sentir, o lo que cree que debe sentir. Posiblemente esté un tanto equivocada al creer que debe sentirse valiente. ¿Qué es ser valiente? La voluntad es lo que verdaderamente define la cobardía o la valentía. Y tal vez un poco la suerte. Pero ella siempre ha tenido suerte. Al menos eso es lo que quiere recordar en estos momentos, justo antes de lanzarse.

Tiene miedo. Maldita sea. Llega casi a ser pánico incontrolable –casi, sólo casi. Levanta las manos a la altura de sus ojos, buscando tranquilizarse al ver algo conocido. Sin embargo, sólo encuentra dos contornos de manos algo irregulares. Las líneas y los pequeños círculos que forman las huellas digitales únicas de cada ser humano, no están. No están. Ella tampoco está, realmente. Sólo cree que está. Esa creencia va forzosamente disminuyendo poco a poco. Mucho a mucho. Y mientras su conciencia de sí misma se desvanece, el cosmos entero hace lo mismo -a su parecer, por supuesto.

Tiene miedo. Sólo le queda el miedo. No percibe nada más allá del miedo. Un miedo papilionáceo que va extendiedo sus alas de animal nocturno. Parece tener ojos en las alas. Parece que no hay manera de esconderse porque sus ojos están en todas partes, un intento de mariposa nocturna con patrones demasiado definidos. Asquerosa y repulsivamente definidos. ¡Oh! Por un momento cree encontrar su salvación en el asco. Cree que el asco puede ganarle al miedo. Pero no es así, porque no es el miedo lo que le da asco…

martes, 9 de agosto de 2011

De las ideas...


Para León, que me dio la idea de las ideas. Entre otras.

Las ideas no son ni buenas ni malas. Las ideas son sólo eso: ideas. Es fácil pensar que la creatividad está truncada, cuando no es ésta la del problema. El problema realmente son los juicios de valor a los que algunos –ni muchos ni pocos; algunos- sometemos nuestras interpretaciones de la realidad. Y es que todo viene de la realidad; el ser humano nunca ha sido lo suficientemente inteligente ni imaginativo como para inventar algo completamente nuevo. Seguramente esto ya lo han leído anteriormente, muy probablemente más de una vez. Tratar de imaginar un color nuevo, un color que jamás haya sido visto por ojo humano, es imposible.

Todos somos un nudo de patrones. Hay muchos más humanos que patrones. No sólo repetimos patrones de otros, sino que nosotros mismos somos cíclicos. Buscamos y tropezamos con lo mismo una y otra vez. Lo que creemos haber aprendido, con la menor variación, deja de sernos conocido. Cosa que, evidentemente, es más fácil ver de fuera. La razón de la ceguera que presentamos ante las razones obvias de nuestras acciones, es el miedo de entendernos y aceptarnos como voluntariamente necios. Somos necios. Más veces de las que estamos dispuestos a aceptar, sabemos que estamos cometiendo un error. Sin embargo, preferimos ignorarnos o justificarnos; cada quien con lo que le parezca más cómodo.

Esto último es lo más importante: nos gusta la comodidad. Amamos la comodidad. Por regla general, hasta aquellos que presumen de espíritu aventurero (a veces, inclusive, éstos más que los demás), tienen más de calculadores que de cualquier otra cosa. No tiene nada de valiente arriesgar lo que no es esencial para nosotros. En cuanto a esto, no es tan difícil engañarse a uno mismo. A base de repetir una y otra vez lo mismo a todos, e inclusive sin externarlo siquiera, uno se expone a creer sus propias mentiras. Uno se expone a creer que sus propios pretextos y justificaciones son válidos. Qué peligro.