MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

sábado, 25 de mayo de 2013

De dejar ir...


No todos los días es fácil. Nadie dijo que todos los días sería fácil.
No todos los días es difícil. Nadie dijo que todos los días sería difícil.
Nadie dijo nada. O todos han dicho algo.
Yo estoy aquí. Y tú, no sé en dónde estés.
Bailo con mis libros bajo el brazo, dejaste muchos libros.
A veces, en un momento de pausa, recargo la cabeza en las manos y dejo un par de lágrimas.
La mayor parte del tiempo no.
El salón está lleno de mis libros, en los sofás, por encima y por debajo de la mesa.
La planta, la plantita que sembré hace un mes, crece un poco todos los días.
He conocido gente nueva y algunos ya se han ido. En tan poco tiempo.
Las sábanas están limpias y la casa barrida. He sacado uno de mis vestidos de verano.
Ayer hubo un espectáculo de fuegos artificiales en el colegio salesiano. Olía a pólvora.
He estado escribiendo. Bastante.
He estado cantando. Bastante.
He estado pensando. Demasiado.
Mis amigos, bien. Las clases, bien. El trabajo, también.
He probado una especie de vino sueco. Se bebe caliente. Me encanta.
He encontrado un grupo de música y no puedo dejar de escucharlo.
He estado recomendando películas a quien se ha dejado.
He ido al teatro por primera vez en meses.
He dejado de ir al sindicato los sábados.
Creo que me iré con mi familia en verano. Eso parece. Eso quiero.
He tirado algunas de tus cosas. He dejado los mensajes de la pared de la cocina.
Me he pintado las uñas porque se ven graciosas. No me las he dejado de morder.
He logrado reírme de cómo terminaron las cosas.
Me he sentado a escribir en un café este viernes. He escrito sobre el olor a vainilla.
Me he quedado con una buena frase en una mala película.
La vida entera se convierte en el acto de dejar ir. (Estaba en inglés: “the whole of life becomes the act of letting go”)
Lo que quiero decir es que todo ha seguido parecido pero no igual.
La vida ha seguido como siempre pero sin ti. Y eso está bien. 

jueves, 16 de mayo de 2013

De la sal...


Corre, corre y cómo corre. Y corre y corre y corre. No hay tierra ni árboles, sólo colores que cambian conforme corre. No te escapes. Pero ella corre, corre, corre y corre. Y sus pies no pesan y ha dejado en otra parte la cabeza, va tan ligera que casi vuela. Casi. Corre y corre y corre y corre. El viento le seca lágrimas, sudor y recuerdos mientras ella corre y corre, corre, corre, corre. Sólo suena el aire en sus orejas, sólo. La música, en cambio, se ha quedado atrás, lejos pero no tan lejos pero no cerca. Cerca ya no. Para eso y por eso corre.

No me mires Cavafis, que no sabes. No huyo de una ciudad, huyo de un mundo. No estoy perdida, no doy vueltas en círculos. Pero si lo estuviese... Correría aun más; hasta volver a encontrarme con mi mente sabiendo que ya no es mía.

Corre y corre. Corre. Corre. Corre. Ya no importará que creas que me alcanzas, ya no importará si me alcanzas. Porque habré recorrido tanto que estaré siempre lejos. Lejos de este momento y otros tantos. Lejos de la música a medias. Lejos de la sal y cerca del aire.

martes, 14 de mayo de 2013

Del pez y sus escamas...


Sin saberlo me mandaste señales, sin saberlo no quería verlas. Ahora entiendo los sueños, ahora entiendo tantas cosas. Ahora. Hace poco en letras dejé lo que daba vueltas en mi cuerpo, hice símbolos del sentimiento, dije lo mucho que te quería, hasta las uñas. ¿Qué has hecho? Lo has ahogado todo, lo has quemado y demolido al mismo tiempo. Has silenciado las campanitas porque les has quitado el centro, lo más delicado, te lo has comido, no ha quedado nada.

Tengo sal en las pestañas. No ha sido el número de lágrimas sino la densidad, cargadas de tantos días de no entender nada condensados en un momento. Un momento en que se ha caído la esfera y se ha hecho pedazos y ha brotado cual planta el polvo del suelo entero. Flores de polvo y de humo que se cuela por ese agujero en la esquina del cuarto por la que al final entró la nieve, ni blanca ni roja, negra. Tiene gracia. Creo.

No más espejos ni caleidoscopios para ti. No más fragmentos ni colores. No más luz en tu cuello ni impresiones de tu luz en mis retinas. No más nada ni nada ni nada. Y para mí no más porqués, que al final los porqués no importan, porque de buscar siempre hay un porqué, y como yo decidí que tú fueras ese porqué no puedo entender no haberlo sido. Tú escupe todos los porqués que quieras, pero sabemos que es sólo aire. Las mentiras no son transparentes y de tanto bañarte en ellas has cambiado de color. No te voy a echar de menos porque quien eras a mis ojos no lo eres ya, y eso es lo que más te reprocho: no poder echarte ya de menos. Eres una imagen de contornos borrosos que realmente no conozco.

Esto no quema, ahoga. Pero es un mar que se vacía y el penúltimo día lo sabré sólo al sentir un pececillo rozándome el pie al sentarme al borde de mi cama en la mañana. Adiós pececillo, pensar que un día nadé contigo admirando el sol en tus escamas. Pensar que nadie sospechó que tenías colmillos…