MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

miércoles, 5 de junio de 2013

De la no-hora...

No es hora de saber a dónde mirar. No es hora de saber nada. No es hora de nada. No es hora.  Por eso no sé nada. Ni quiero. El reloj se ha parado. Mira: ha dejado de sonar. Y aun así es hora de irte. Eterna medianoche, es hora de que te vayas. Siempre es esa hora. Aun en el reloj que te he pintado en la muñeca, esa muñeca pálida a la que nunca termina de llegar el verano. Manecillas negras en un fondo blanco que no avanzan pero que tampoco se paran. Si existe el destino, se puede ver claramente en esas manecillas. Yo no quiero que te vayas, pero es hora. Es hora de irte.

Hay una imagen de dos personas corriendo por una calle, una avenida interminable. Van de la mano y nunca se sueltan. No sé a dónde quieran llegar, pero siguen corriendo y de vez en cuando se miran a los ojos. A momentos parece que algo las persigue, pero en la calle nunca aparece nadie, ni delante ni detrás, están solas. La imagen permanece. Ellas intercambian lugares, a veces una guía y a veces la otra. Ninguna pregunta hacia dónde van, aunque ninguna parece saberlo. Es una imagen, sólo una imagen. Siempre ha estado ahí. Es hora de irte.


Sol de finales de primavera. Desaparecen los ojos de este mundo detrás de gafas oscuras con marcos de colores. La calle se calienta y es insoportable caminar. Se pueden buscar las sombras sin la menor esperanza. El metro es un refugio. Quiero llegar a la estación en que me bajo y al mismo tiempo no quiero salir de aquí. Cuando el reloj sigue marcando la misma hora me pregunto por qué no podemos quedarnos siempre en un refugio, ése o el que sea, ése o las manecillas estáticas. Es hora de irte.