MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

martes, 27 de agosto de 2013

De los muros...

Respira. Respira. No hay nada que entender; no hay nada que explicar. Hay muros cuyo derrumbamiento es inminente, hay murales cuya pintura estaba destinada a caerse desde el primer momento. Sí, tus manos se aferran, tu rostro pegado a los colores, como si pudieras guardar en tus pupilas para siempre las imágenes intactas. Como si los recuerdos no fueran orgánicos y no tuvieran, por fuerza, que marchitarse.

La ves irse, se aleja con su bonito cabello y toda la tarde brilla en sus hombros desnudos. Despídete de ella, el muro se cae, y cada día cambiará el recuerdo porque no hay caja lo suficientemente impermeable como para mantenerlo a salvo. No hay caja que la humedad del tiempo no pueda penetrar. Las lágrimas, ante todo, son agua.

Respira. Hondo. Respira. Muy hondo. No hay nada que decir; no hay nada que escuchar. Los listones, en donde estaban impresas las palabras, han volado con el viento y se han confundido con las hojas verdes y luego con las naranjas, amarillas y marrones. Sí, tu boca se aprieta en una línea, como para no dejar escapar ni un ruido, no vaya a ser que se vaya con todo lo demás. No entiendes que aunque no lo digas, se irá. Se irá porque tiene que irse.

Despídete. Toca su mejilla, lo primero que olvides puede ser la piel. Su piel, que cambia con el frío. Su piel, que es siempre la misma. Y ahora tienes pintura en los dedos, y sabes que tarde o temprano se caerá y sólo podrás ver, de nuevo, tu piel. Sólo la tuya. Y se ha caído otra torre y aunque guardes una de las piedras de su ruina, la torre ya no está y no volverá a estar. Habrán otras torres, otras ruinas, pero serán siempre otras.