MIEDO DA A VECES COGER UNA PLUMA

"Miedo da a veces coger una pluma y ponerse a escribir,
miedo da a veces tener miedo a tener miedo [...]"
Gloria Fuertes

viernes, 1 de noviembre de 2013

De la Calaverita...

Y nadie se ha dado cuenta
y nadie lo quiere ver
que viene de forma lenta:
no le hace falta correr.

Se restriega la calaca
contra paredes y gente,
en la muchedumbre ataca
primero al más inocente.

Con el abrazo podrido
y el besito pestilente
para siempre queda herido
en el alma y en la mente,

aquel que decide ver
más allá de sus zapatos
e intenta hacer entender
a la humanidad su pathos.

“Oh, amigo que no ves
a quién tienes a tu espalda,
pálidos ligeros pies
se acercan con negra falda.”

Pero al decirlo ha caído.
Ella quedándose atrás,
y al hacerlo se ha reído,
ha mirado y a lo más,

con ademanes lejanos,
a multitud indolente
ha incitado con sus manos
a comerse al prepotente.

Al Ícaro que valiente,
aún tan solo unos instantes,
creyó que al mundo doliente,
a esos necios caminantes,

podía ayudar denunciando
aquello que se acercaba.
Sin pensar que desafiando
a Corrupción que no acaba,

el orden amenazaba,
y a quienes daba la mano,
a quien creía que salvaba,
del modo más inhumano

lo acusarían de indeseado,
de anarquista violento,
de enemigo del estado;
construyendo un monumento

sobre lo que él denunciaba.
La muerte, sin embargo,
desde lejos contemplaba
lo que como por su encargo

frente a ella sucedía;
lo que tantas otras veces.
A la luz del mediodía,
como al anzuelo los peces,

en grito y acusación
sus títeres terminaban.
Creyendo justa razón,
cuando de ello ponderaban,

hablar de naturaleza,
de “naturaleza humana”;
justificando bajeza
como si raíz y rama.